Categoría: biografia
o cómo un despido interior me llevó a ser coach ejecutivo
Llevo trabajando en la administración pública 19 años, siempre he sido una persona muy entusiasta y debo decir que me encanta trabajar, los primeros 10 años los llevé con ilusión, daba siempre más de lo que me pedían y prolongaba mi horario y mi dedicación muy por encima de lo exigido. Durante esos 10 años tuve un hijo, trabajé hasta 48 horas antes de que naciera mi bebe y me incorporé a las 16 semanas exactas, atendí en esas semanas por teléfono todas y cada una de las llamadas recibidas de mi oficina y a la vuelta compaginé como pude mis responsabilidades laborales y maternales. Hasta aquí todo normal, lo que hacemos prácticamente todas las mujeres, pero pasados unos años me di cuenta de que todo el esfuerzo laboral realizado hasta entonces había carecido de sentido, estaba en la misma situación que el primer día de trabajo, mis jefes cambiaban continuamente y a ninguno parecía interesarle demasiado los pequeños esfuerzos cotidianos de una trabajadora que estaba lejos de la sede central y no era importante para nadie…
Decidí pedir un cambio de puesto de trabajo y empeoré la situación, en mis nuevas funciones siendo tan perfeccionista me veía de nuevo dedicando más y más tiempo, sin recibir nunca una palabra de aliento. Empecé a encontrarme mal, mi sistema digestivo se rebeló y empece a perder peso y sueño, el cansancio me hizo ser menos certera de lo habitual en mis tareas y mi rigidez y exigencia personal sobre el trabajo me pasaban factura física y psíquica. Un embarazo fallido y una hernia repentina junto con la muerte de mi madre fueron los detonantes definitivos y de repente me encontré de baja, cansada, frustrada, sin objetivos y sobre todo, lo más preocupante de todo, sin ilusión.
Esta situación que estaba viviendo no era fácil de entender por las personas que estaban a mi alrededor, desde su punto de vista tenía todos los ingredientes para ser feliz y el no serlo me hacía culpable de algún tipo de ingratitud lo que me hacia sentir culpable y egoísta.
Fue en este periodo en el que tuve que permanecer quieta cuando descubrí a través de internet la existencia del Coaching, tomé conciencia de que la situación que estaba viviendo tenía incluso un nombre “despido emocional” y que había personas que apoyaban y orientaban a trabajadores en mi situación.
Decidí pedir una excedencia y formarme en Coaching y resultó que lo que era una enorme crisis se convirtió en un cambio a mejor, personal y profesional.
Las distintas formaciones que realicé y los muchísimos libros que leí me permitieron avanzar a nivel personal, aprendiendo y aplicando herramientas para ser más resiliente. Además me llevaron a encontrar mi vocación profesional, enseñar a otros lo que había aprendido y orientar a las personas para encontrar su camino después de un quiebre laboral dotándolos de herramientas que yo misma había aplicado con éxito.
Era el momento de volver a la administración con mucho que aportar.
A lo largo de las sesiones realizadas y las formaciones impartidas para trabajadores de distintas organizaciones, me di cuenta de que había otro tema que provoca mucho sufrimiento a las personas en los ámbitos laborales, el acoso, la mayoría de las personas que lo sufren tardan mucho en darse cuenta de lo que está ocurriendo y se sienten muy solas ya que no es fácil que los demás perciban estas situaciones (ni compañeros ni familia).
La culpa, el miedo, la vergüenza y la incredulidad son los elementos emocionales con los que conviven en soledad las victimas de acoso. Es fundamental tener en esos momentos alguien con quien hablar (una persona neutral que no juzga) para tomar conciencia de la situación, reforzar la autoestima y generar herramientas para poder afrontarla y decidir que hacer (sin dejarse vencer por la situación). Entender y convivir con el hecho de que el mundo no es justo, asumiendo que a pesar de que somos buenas personas nos pasan cosas malas.
Quizás aún no sepas que te pasa, no entiendas tu frustración o tu ira.
Quizás aún andas preguntándote por qué te ocurre esto a ti o quitándole importancia o incluso negándolo.
Quizás los demás no entienden lo que te ocurre si “lo tienes todo” o “todo te va bien”
Quizás sea el momento de hablar de todo esto, de enfocar las cosas desde otro punto de vista, de tomar pequeñas decisiones, de afrontar la realidad y de buscar apoyo.
Hablemos 639260137
Deja tu comentario