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Categoría: inteligencia-emocional

Dejar ir permite cerrar ciclos y aporta libertad.

Cuando los sentimientos nos ahogan podemos guardarlos detrás de un telón olvidados, pero no van a desaparecer, siguen ahí al acecho, esperando un momento adecuado para volver a salir. Los recuerdos dolorosos, las penas ocultas, van generando pensamientos asociados que nos perjudican, estos sentimientos encerrados se pueden manifestar con síntomas físicos somáticos. A veces optamos por escapar evitando enfrentarnos a los sentimientos a través de la diversión o de la adicción al trabajo, al ritmo frenético y a mantener un ruido mental que sirve de apoyo, solo estamos enmascarando la situación y al final surge temor a la soledad, a la quietud, al silencio, ya que si detengo el ritmo aflora el dolor. La búsqueda de cambios, la huida hacia delante, la toma de decisiones que funcionan como válvulas de contención de las emociones reprimidas. La energía necesaria para mantener este inestable equilibrio es inmensa y agotadora.

Cuando expresamos verbalmente o físicamente los sentimientos, puede ocurrir que no resulte liberador ya que al comunicarlo me enfoco en ello y lo doto de energía, por lo tanto, si no ejerzo a la vez una acción que lo neutralice y lo canalice en positivo no llego a resolver el fondo de la situación.

Entonces decido dejar ir. Asumo la responsabilidad sobre los sentimientos para neutralizarlos, para liberarme de ellos dejando la energía libre y produciendo una descompresión que va a mejorar nuestra salud a todos los niveles. No permito que esos sentimientos tengan fuerza ni controlen la situación no les doy el poder de influir sobre mí, los asumo, los admito, no busco culpables externos, no concentro mi ira en nadie ni en nada, no permito que la tristeza se instale en mi vida.

Para dejar ir admite el sentimiento, céntrate en darle permiso para estar ahí, deja de oponer resistencia y permite que se libere la energía, no trates de modificar la culpa o el miedo solo déjalo ir, no pienses, solo céntrate en la sensación sin ponerle energía, estas solamente observando, tomando consciencia, tú no eres ya tus sentimientos, ellos cambian, tu no, tu permaneces. Déjalos ir. No soltamos para olvidar, dejamos ir para quitarle poder a ese sentimiento, para que no me haga prisionero, dejar ir un sentimiento que te causa daño es un compromiso contigo mismo, es aceptar las enseñanzas y agradecer lo bueno que nos pudo traer.

Dejar ir permite cerrar ciclos y aporta libertad. Dejar ir es perdonar a quien nos lastimó y también perdonarnos a nosotros mismos por haber permitido que nos lastimaran. Dejar ir es abandonar las expectativas y en algunas ocasiones también los sueños, para poder empezar de nuevo, porque sin finales tampoco existen los principios.

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